En 1982, la revista de la ONG internacional de ayuda a los niños Kiwanis publicaba el artículo “Desaparecidos: 100.000 niños al año”, refiriéndose únicamente al territorio estadounidense, y especificando: “Esta cifra es una estimación. Pero los pocos datos que se conocen son aterradores: miles son asesinados cada año, el número de niños desaparecidos va en aumento y nadie está llevando la cuenta.”

Según esta ONG, la media anual de los que aparecerían muertos rondaba los 2.500. El resto, simplemente… desvanecidos.

Dos años después de la publicación de Kiwani, el director del programa de delincuentes sexuales del correccional de Connecticut, Nicholas Groth, hablaba ante el senado estadounidense alertando de que la cifra había aumentado hasta los 150.000 niños desaparecidos anualmente. Niños que jamás regresarían, mientras que aquellos pocos miles que aparecieran lo harían muertos: “Si viéramos el mismo número de niños contagiados de una enfermedad, diríamos que estamos ante una epidemia”.

 

El escándalo de la Franklin Credit Union

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En 1993, un equipo de grabación británico se desplazó a Nebraska para investigar acerca de una supuesta red de extorsión, tráfico de menores, de drogas y de chantajes que implicaba a políticos y empresarios de todo Estados Unidos, así como a diplomáticos internacionales.

Un año después, el documental resultante se estrenaba en la televisión de Reino Unido, pero cuando llegó el momento de ser emitido en América, a través del canal Discovery, la cadena se negó, aunque les pagó el medio millón de dólares que había costado producirlo.

A día de hoy, aún no ha sido emitido en territorio estadounidense, mostrando lo acertado del título: “La Conspiración del Silencio”.

 

Advertencia: El contenido de este documental es duro y perturbador. Para leerlo, querido espectador, necesito que abras la mente y entiendas que el hecho de que tú no creas en algo no evita que otras personas sí crean, y que, como consecuencia, sean capaces de hacer lo que sea… lo que sea.

Lo que vais a leer es un fragmento del diario de Paul Bonacci, víctima de tráfico y explotación sexual infantil durante los años 80, cuyo testimonio quedó confirmado con la sentencia de 1991 del juez Urbom contra su proxeneta y agresor, Larry King.

 

“El primer mecanismo de defensa humano ante hechos horriblemente insoportables es decir que no son reales”. Psiquiatra Densen-Gerber.

 

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 “El 26 de julio fui a Sacramento, California. King me llevó en un avión privado desde Omaha a Denver, donde recogimos a Nicholas, un niño de unos 12 o 13 años. Luego volamos a Las Vegas, a una zona del desierto, y fuimos un rancho y recogimos algo. Luego volamos a Sacramento.

Nos recogió una limusina blanca y nos llevaron a un hotel. No recuerdo el nombre.

A nosotros, me refiero a Nicholas y a mí, nos llevaron a un área que tenía árboles enormes. Tardamos como una hora en llegar allí.

Había una jaula con un niño completamente desnudo. A Nicholas y a mí nos dieron esas cosas de tarzán para que nos las pusiéramos.

Me dijeron que me follara al chico. Al principio dije que no y me apuntaron con un arma a los testículos y me dijeron que lo hiciera o de lo contrario las perdería.

Empecé a hacérselo al niño… y eso. Y Nicholas practicó sexo anal y otras cosas con él.

Nos dijeron que le golpeásemos. No quería hacerle daño.

Nos dijeron que le pusiéramos nuestras pollas en la boca y que nos sentáramos sobre el pene del niño y lo grabaron. Le hicimos este tipo de cosas al niño durante unos 30 minutos o una hora, cuando un hombre se acercó y comenzó a golpearnos incluso en los testículos, y nos agarró y nos lanzó.

Agarró al niño y comenzó a violarlo. Al hombre le medía unos 25 centímetros de largo y el niño gritaba y el hombre seguía intentando entrar toda su polla dentro del niño todo el rato. El niño sangraba por el recto y los hombres nos lanzaron a él y a mí, y lo pusieron justo a mi lado y cogieron una pistola y le volaron la cabeza al crío.

Estaba totalmente cubierto por la sangre del chico, y comencé a gritar y a llorar.

Esos hombres nos agarraron a Nicholas y a mí y nos obligaron a acostarnos. Pusieron al niño encima de Nicholas, que estaba llorando, y pusieron las manos de Nicholas en su trasero. Pusieron al niño encima de mí e hicieron lo mismo. Luego me obligaron a follarme al chico muerto por el culo y también a Nicholas. Nos pusieron un arma en la cabeza para obligarnos a hacerlo.

Estábamos empapados en su sangre. Nos hicieron besar los labios del niño. Luego nos obligaron a Nicholas y a mí a follar, y uno de los hombres puso el pene del niño muerto en mi boca y en la boca de Nicholas. No quería escribir esto porque el hombre me obligó a morder el pene y las pelotas del niño.

Después de eso, los hombres agarraron a Nicholas y lo drogaron mientras gritaba. A mí me pusieron contra un árbol y me apuntaron con una pistola en la cabeza, pero dispararon al aire. Escuché otro disparo desde algún lugar. Entonces vi al hombre que mató al niño arrastrarlo como un juguete. Todo, incluso cuando pusieron al niño en el maletero, fue filmado.

Me llevaron con ellos y subimos en un avión. Vi la bolsa en la que estaba el niño. Sobrevolamos un área de bosque muy espesa con un claro en medio. Dejaron caer al niño sobre el claro. Alguien dijo que los hombres con capuchas se encargarían del cuerpo por ellos.

No vi a Nicholas hasta esa noche en el hotel. Nos abrazamos y lloramos durante mucho tiempo. Aproximadamente dos horas más tarde, vinieron y nos dijeron que fuéramos a ducharnos ya que solo nos habían lavado con manguera en la casa de uno de ellos.

Nos duchamos juntos y luego nos dijeron que nos pusiéramos la cosa esa de Tarzán. Después de limpiarnos y vestirnos con eso, nos dijeron que nos pusiéramos pantalones cortos, calcetines, una camisa y zapatos y nos llevaron a una casa donde estaban esos hombres con otros. Tenían la película y la pusieron. Mientras los hombres la veían, nos pasaron a Nicholas y a mí como si fuéramos juguetes y nos violaron.

Al ver lo que sucedió en la película, enloquecí recordando lo que nos obligaron a hacer al niño.

Nos mostraron todo lo que le hicimos a ese crío.

Estuve allí unos 5 días yendo a fiestas, pero lo único que recuerdo es que me corté las venas, por lo que estuve dos días en el hospital bajo un nombre que no recuerdo.”

 

 

En 1983, el demócrata Bob Kerrey es elegido gobernador de Nebraska.

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Ese mismo año, arrastrando las consecuencias de la recesión económica de los 70, la Commonwealth -una institución bancaria de ahorro y crédito protegida por el estado de Nebraska, pero fuera de las regulaciones federales- se encuentra al límite para no quebrar.

El 31 de octubre, Paul Amen, director del departamento bancario de Nebraska, viaja a la costa este para negociar un precio de venta para la institución, a fin de rescatarla.

Al día siguiente, y sin justificación alguna, el gobernador Kerrey da un comunicado de prensa: “Estamos vigilando las actividades de la Commonwealth; estamos investigando esta institución con más interés que ninguna otra”.

La gente entró en pánico, lanzándose hacia las sucursales, abarrotándolas, intentando sacar su dinero…

Como consecuencia, la Commonwealth se declara insolvente y cierra sus puertas, suponiendo pérdidas por más de 65 millones de dólares, con un total de 6.700 personas afectadas, siendo embargada al instante por el gobierno de Kerrey.

Por ley, la Commonwealth debería haber tenido diez días para encontrar nuevo capital, antes de ser embargada. El banco tenía al menos dos ofertas: una en la que Paul Amen estaba trabajando, y otra de un grupo local de inversores, a quienes el (S.E. Copple) propietario de la Commonwealth estaba dispuesto a vender sus acciones por $ 1, a cambio de una infusión de $ 8-10 millones en capital para salvar al banco, lo que habría salvado además unos $50 millones de los fondos de los depositantes.

De hecho, según el código de bancarrota, la Commonwealth podría haber solicitado una reorganización, para proteger a sus depositantes.

Pero el gobernador Kerrey lo impidió, siguiendo el oportuno consejo del bufete de abogados de su asesor personal Bill Wright, quienes le recomendaron que el estado debía apoderarse del banco.

 

Otros 6 bancos siguieron a la Commonwealth (1984), entre ellos la State Security Savings Company, propiedad del citado Bill Wright, asesor personal de Kerrey, que también pasaría a ser asesor oficial del departamento bancario de Nebraska, a pesar del quiebre de su propio banco.

Kerrey despidió al director del departamento bancario de Nebraska, Paul Amen, y lo sustituyó por el presidente del consejo de Omaha, John Miller. Después encargó a Miller y a David Domina, quien era asesor legal para el buffet de Bill Wright, que investigaran sobre las operaciones que vincularan a políticos y grandes empresarios con la Commonwealth, incluido él mismo.

Como era de esperar, Miller y Domina concluyeron (1984) que los negocios de Kerrey con la Commonwealth eran normales, y que los préstamos que el gobernador había recibido, habían sido reembolsados completa y puntualmente. A la misma conclusión llegaron con respecto al resto de figuras públicas involucradas.

La totalidad de la responsabilidad cayó sobre Paul Amen, a quien acusaron de haber pecado de ingenuidad; y sobre el fiscal general de Nebraska, el republicano Paul Douglas.

Paul Douglas fue impugnado, por sus negocios y acuerdos con la familia propietaria de la Commonwealth, tras una oportuna filtración de información desde el gobierno de Nebraska a los medios, siendo finalmente condenado por perjurio y obstrucción a la justicia, retirándosele la licencia para ejercer de por vida.

En su juicio, actuó como fiscal especializado para el gran jurado, Kirk Naylor, quien estaba especializado en defensa criminal representando a personas acusadas de tráfico de drogas y asesinato, siendo considerado uno de los mejores del país. Más adelante, Naylor intentaría desmantelar el Comité que investigaría los abusos a menores.

Como fiscal asesor del estado, Richard Kopf. Kopf ayudará a sacar de la ciudad al supuesto líder de la red de tráfico de menores, Larry King. Y presidirá el gran jurado federal que condenará a una de las víctimas, acusándola de perjurio.

Mientras tanto, el gobernador Kerrey ocupó la vacante del fiscal general con Robert Spire (1985 – 1991), quien llegaría a ser su jefe de personal como senador.

El mismo Robert Spire que no hizo nada por investigar los testimonios de unos niños que decían haber sido víctimas de abusos, explotación, agresiones e incluso testigos de cruentos homicidios.

La Commonwealth, así como la familia que venía administrándola durante 40 años, fueron arrasadas, encargándose la supervisión de la liquidación, por orden expresa del gobernador Kerrey, a la empresa Financial Advisory Group, propiedad de Robert Kirchner y John Queen.

El 14 de agosto de 1990, el asistente en jefe de la administración judicial de John Queen, Kent Johnson, era detenido por el FBI acusado de haber robado más de un millón de dólares de la Commonwealth, estando la firma de Queen en todos los cheques.

Más delante, volverían a contratar a la empresa de Queen para investigar el escándalo de la entidad que es el centro de toda nuestra historia, la Franklin Credit Union, quien a su vez volvería a contratar a Kent Johnson.

 

Un detalle más sobre el gobernador Bob Kerrey: el 25 de febrero de 1969, como teniente del ejército estadounidense, ordenó abrir fuego contra al menos 25 mujeres y niños desarmados en Vietnam, participando él mismo de la matanza conocida como “la masacre de Thanh Phong”. A día de hoy, aún no ha pagado por lo que -él mismo admite- es un crimen de guerra.

Esquema 1

 

Ahora que ya estáis situados en el entorno político-económico de Nebraska, comencemos:

En 1968, con la intención de ayudar económicamente a la minoría negra del norte de Omaha, en Nebraska, nace la cooperativa financiera federal Franklin Credit Union, y dos años después, Lawrence E. King Jr se convierte en director general de la misma.

Tras años de excesos, fiestas de máximo lujo con invitados políticos de primer nivel, coches carísimos y compra de propiedades aquí y allá, a finales de 1988, Lawrence, conocido como Larry King, es acusado de haber robado casi 40 millones de dólares de la cooperativa.

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Los senadores republicanos John Decamp, Ernie Chambers y Loren Schmit llevaban tiempo sospechando de las cuentas de King, consiguiendo que el senado aprobase la creación de un Comité Legislativo para investigar la Franklin Credit Union.

Siguiendo la pista del dinero, se encontraron con algo que jamás imaginaron: las pruebas apuntaban a una red de tráfico y explotación sexual de menores por todo el país, que incluía secuestros y asesinatos ritualísticos de menores, con un nexo en común: Larry King.

Como miembro del Comité Franklin y responsable de la recopilación de información y pruebas, el ex policía Jerry Lowe declaró haberse encontrado ante “una situación en la que han surgido acusaciones adicionales (además de las irregularidades financieras), incluyendo tráfico de influencias, abuso y negligencia infantil, abuso sexual infantil, pornografía, consumo de drogas, homicidio e inacción y posiblemente malversación por parte de los cuerpos de aplicación de la ley, agencias públicas y funcionarios públicos para acontecimientos que datan de hace varios años. Más importante aún, parece haber una creciente percepción pública de que muchas de las agencias y / o funcionarios afectados lo están encubriendo”.

Lowe señaló que había pruebas que relacionaban a Larry King con el tráfico de armas y dinero a Nicaragua (Irán/Contra), relacionándolo con la CIA y con “contactos en la Casa Blanca”. Estableció también que había relación entre el dinero desaparecido de Franklin Credit Union, la crisis de Saving and Loan y dinero enviado a mansalva a Nicaragua y Haití.

En julio del 89, mientras la gravedad de las acusaciones iba en aumento, así como las personas a las que se señalaba eran cada vez más poderosas, 4 miembros del Comité se retiran, incluidos Lowe y, quien actuara como fiscal especializado en el caso contra Paul Douglas, Kirk Naylor, quien se marchó acusando públicamente a la directora del departamento de servicio de menores, Carol Stitt, de mentir en su testimonio para proteger a unos niños maleantes, drogadictos y embusteros.

Quedan sólo el senador Loren Schmit, el senador Dan Lynch, la senadora Bernice Labedz y otros dos miembros.

 

El senador Schmit, contrata entonces los servicios del reputado investigador Gary Caradori.

En el tiempo que duró la investigación de Caradori, pudo señalar a un total de 271 personas, ya fueran perpetradores, testigos o víctimas, recopilando multitud de testimonios. Uno de ellos, el famoso periodista Hunter Thompson, responsable de filmar la atrocidad con la que empezó esta exposición.

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Así, los nombres que reportaban los menores hicieron saltar las alarmas porque coincidían con otro caso ocurrido en 1985, cuando las autoridades del condado de Washington alertaron a los servicios sociales acerca de 3 menores que estaban siendo maltratados por su familia de acogida: el matrimonio Webb.

En ese instante, descubrieron que los 9 niños que tenían, ya fuera acogidos o adoptados, se habían escapado en varias ocasiones, documentando el Departamento de Servicios Sociales, que todos los niños habían sufrido malos tratos de forma brutal, y que una de las pequeñas, Nelly, había sido víctima de agresiones sexuales durante al menos 5 años por parte del padre de acogida, Jarrett Webb.

Jarrett trabajaba para el Distrito del Poder Público de Omaha, y era miembro de la directiva de la Franklin Credit Union, la financiera que dirigía Larry King. Su esposa, Barbara, era prima de King.

El matrimonio Webb comenzó a tramitar la “devolución” de Nelly y de otra de las niñas, Kimberly, a quienes tenían en adopción. Se sobreentendería que en una adopción rara vez se admiten devoluciones, sin embargo, su abogado Gary Randall, lo arregló todo con el fiscal del condado, Patrick Tripp, por lo que el Departamento de Menores no pudo iniciar investigación alguna.

A la par, los Webb no fueron acusados de ningún cargo por abusos o malos tratos a menores, lo cual no es de extrañar pues repito que el fiscal del condado fue quien aceleró el proceso de “devolución” de las chicas, habiendo sido tarea suya imputarles los cargos.

Es más, la ley de Nebraska recoge que, si los abusos a un menor ocurren antes de que tenga 16 años, no hay fecha límite para acusar al pederasta, sin embargo, cuando Nelly intentó interponer una demanda contra Jarrett Webb, acusándole de haber abusado de ella desde los 9 años, el juez David Quist la desestimó porque hacía dos días que Nelly había cumplido los 16.

De hecho, el fiscal Tripp acusaría a Nelly de mentir, exigiendo que fuera sometida a la prueba del polígrafo por la policía estatal; prueba que pasó hasta en 4 ocasiones, a pesar de que le hicieron preguntas muy enrevesadas.

Al concluir, las autoridades estatales no tenían duda alguna: Nelly no mentía. A pesar de ello, el fiscal Tripp seguía manteniendo que la niña fantaseaba.

Tripp era amigo del superintendente de un instituto de Fort Calhoun, Deward Finch, y del director de dicho centro, Kent Miller. Otros dos hombres en la lista de Nelly y Kimberly.

 

Las pequeñas fueron acogidas en la casa de Kathleen Sorenson, a quien acabaron contando todo lo vivido. Aquí os traigo sólo una parte de su testimonio.

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Según las niñas, el matrimonio Webb, su abogado, Gary Randall, y el fiscal Tripp compartían dos amistades más: Casey Randall, primo de Gary, y Larry King.

Nelly y Kimberly no escatimaron en detalles al informar acerca de sus experiencias en casa de los Webb, denunciando haber visto a Larry King entregándoles películas de pornografía infantil, y haber leído novelas “románticas” donde una madre practicaba el sexo con sus hijos.

Además, hablaban de haber sido forzadas a asistir a fiestas tanto en la casa de Larry King, como en el Club para Niñas del Norte de Omaha, en donde solía haber prostitutas muy jóvenes, unos 20 menores y alrededor de 30 adultos, incluidos los Webb, Larry King y su esposa, Mary. Larry King era fundador y presidente de dicho Club.

Allí habrían conocido a varios niños del orfanato más famoso y apreciado del país, Boys Town, a quienes fueron capaces de identificar cuando los trabajadores sociales les mostraron las fotografías de los anuarios, llegando a relatar acerca de un niño llamado Brandt Thomas, quien habría sido trasladado del Boys Town a otro lugar en el 84, “para trabajar para otra persona”, tras tener “un desacuerdo” con Larry King.

En esas fiestas, habrían sido partícipes de agresiones hetero y homosexuales a menores, incluidas orgías, describiendo a King como alguien violento que gustaba de golpear a los niños que mostraban resistencia.

Nelly declaró haber viajado con King a otros estados, incluyendo Washington D.C., donde se celebró una fiesta a la que acudió el republicano George H W Bush. En esa fiesta sólo había hombres adultos y jóvenes veinteañeros, estableciéndose prácticas homosexuales entre ellos.

En otra fiesta, celebrada en Chicago en 1984, una vez más, Nelly describe a unos 20 menores traídos de Omaha y multitud de adultos entre los que se incluye George H W Bush. A ella la sentaron sobre una mesa, vistiendo únicamente un conjunto de ropa interior. Según Nelly, Bush realizó un pago a King y se marchó de la fiesta con Brendt Thomas, un joven negro de 19 años.

En marzo del 86, el servicio de menores compartió todos sus informes y archivos con las autoridades… quienes no hicieron nada. 2 años después, Larry King cantaba el himno nacional en la Convención Republicana de 1988. George H W Bush sería el candidato elegido y el próximo presidente de los Estados Unidos.

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En otra de estas extrañas coincidencias, en 1990, Bush nombra a su íntimo amigo Ronald Roskens director de la Agencia para el Desarrollo Internacional. Roskens había sido rector de la Universidad de Nebraska, siendo Larry King miembro de su comité personal de asesores, pero fue despedido después de que el regente del centro descubriera que estaba teniendo encuentros sexuales en su residencia oficial con hombres jóvenes. Apenas habían pasado unas semanas de su despido cuando Bush lo incluía en su administración.

Por cierto, Roskens fue obligado a abandonar la residencia estatal, a lo que el dueño del periódico Lincoln Journal-Star, Joe Seacrest, tuvo el gesto de proporcionarle una casa. Más adelante, veremos otras conexiones de este medio de comunicación y el entorno de Larry King.

 

Ese mismo año, la joven Brenda Parker alertaba a las autoridades sobre el fotógrafo Rusty Nelson, por producción y tenencia de imágenes de pornografía infantil, tras acudir a una sesión de fotos en su apartamento en las Torres Gemelas de Omaha, y encontrar decenas de fotografías de niñas de unos 12 años, desnudas.

Brenda aseguró que Rusty trabajaba en un bar gay llamado The Max Bar, y que hablaba de un jefe que le dejaba vivir gratis en el apartamento donde tuvo lugar la sesión. La policía descubrió que ese jefe era Larry King, quien además de ser propietario de ese apartamento, también lo era del ático de una de las torres y de otro apartamento en la cercana Torre Orfeo, donde residía el DJ del Max Bar. La propietaria del edificio les alertó sobre la posibilidad de que Larry King traficara con drogas y de que era homosexual con preferencia hacia jóvenes y niños.

Continuando con la investigación, el 28 de junio de 1988, el detective Carmean localiza a una niña de 15 años llamada Loretta Smith, que se encontraba ingresada en el hospital mental Richard Young, y que, según su terapeuta, hablaba de haber sido fotografiada desnuda y haber presenciado actos de adoración al diablo.

Carmean la describió como una niña muy madura para su edad.

Loretta le explicó que todo había empezado a sus 9 años, llevándola a sesiones de fotos en el Club de Chicas de Omaha. Allí conoció a Nelly y Kimberly Webb, quienes también eran fotografiadas desnudas entre tantas otras niñas, aunque nunca llegó a hablar con ellas.

Los administradores del Club, hombres y mujeres, también les hacían fotos, así como otros adultos que –ella iría descubriendo- eran personas destacadas, incluyendo médicos y abogados.

Destacar que Marian Andersen, la esposa del presidente del periódico Omaha World-Herald, Harold W. Andersen, era miembro de la Junta del Club de Niñas de Omaha.

Loretta Smith aseveró que supo de muchos de los nombres a través de Jamie, la hija del manager de Max Bar, Gary West. Así fue como pudo hablar de Larry King, identificando su residencia personal, pues la habían llevado allí al menos en una ocasión, en donde fue testigo de cómo un grupo de niños menores de edad practicaban sexo oral a adultos.

Ella misma fue víctima de agresiones sexuales en fiestas que tenían lugar en lo que describió como un edificio abandonado.

La amenazaron con matarla a ella y a su familia si no colaboraba o contaba algo de esto por ahí, aunque asegura que muchas veces la drogaban al punto de que no recordaba nada de lo ocurrido.

Posteriormente, la víctima Alisha Owens declaró que usaban clorhidrato, un fármaco hipnótico y sedante. Lo llamaban “Blue Hawaiin’s”. Alisha supo todo esto porque a sus 15 años, después de dar a luz a una niña como consecuencia de los abusos, comenzaron a usarla para controlar a los nuevos niños que llegaban, siendo una de sus obligaciones la de preparar el Blue Hawaiin’s y administrárselo.

 

Os aviso que lo que vais a leer ahora es increíblemente duro. Son extractos públicos del testimonio de Loretta Smith con relación a su participación en rituales de culto. El contenido total de su declaración fue tan violento que el juez James Murphy hizo algo sin precedentes: precintarlo a perpetuidad.

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Loretta Smith tenía 9 años cuando comenzó a participar en lo que ella calificó como “rituales de adoración al diablo”, donde les hacían beber algo que sabía a zumo de manzana, pero que cree que contenía drogas porque la habitación le daba vueltas tras beberlo.

Su testimonio, así como los nombres y descripciones que daba, coincidían con las declaraciones de Nelly y Kimberly Webb, quienes también hablaban de estos rituales.

Estas niñas hablaban de multitud de niños asesinados.

En lo que describe como su ritual de iniciación, Loretta, de 9 años, afirma que la llevaron junto a otras niñas a un edificio donde las encerraron por parejas en distintas habitaciones. Loretta describe a su compañera como una niña pequeña caucásica.

Alrededor de la medianoche, los hombres entraron en la habitación vistiendo ropas con cruces invertidas, agarraron a la niña y le dijeron que podía alcanzar el poder matando algo que realmente amaba. Acto seguido, cortaron la cabeza de la niña, la engancharon a la pared y la hicieron sentarse frente a ella. Más tarde, le hicieron quitar la cabeza de la pared, y los hombres procedieron a arrancar los ojos de ésta. En ese momento, Loretta siente que pierde el control, y comienza a gritar y a llorar.

Luego la volvieron a dejar encerrada en la habitación con el cadáver de la niña. Así permaneció durante veinticuatro horas; tiempo en el cual pudo escuchar a otras de las chicas gritando y a los hombres azotarlas y golpearlas. Poco después, los hombres volvieron a entrar en la habitación, diciéndole que había pasado la prueba y la dejaron marchar.

Loretta pudo identificar a algunos de aquellos hombres: Larry King, el ya mencionado superintendente del instituto Fort Calhoun, Deward Finch, Mike (Charles Harper, Ak-Sar-Ben), Jerry Lucifer, As y el Rey Caballo (King Horse). Este último era conocido como el matón de Larry King.

En otro de los rituales, metieron a Loretta junto a otras niñas en una habitación, mientras escuchaban los gritos de un niño pequeño en la sala contigua. Después de matarlo, Loretta asegura que frieron el cadáver y obligaron a las niñas a comérselo… Ella se negó y la apalizaron consecutivamente durante dos días.

A lo largo de los años, Loretta tuvo que ser hospitalizada varias veces como consecuencia de distintas agresiones, existiendo constancia de estos registros hospitalarios.

Otros rituales conllevaron la decapitación de un niño blanco de 1 año con una sierra; colgar a un niño blanco de 4 años de una pared, y lanzarle dardos; y el despedazamiento de una niña india de unos 4 años, después de lo cual molieron los trozos, vertiéndolos sobre las niñas, además de hacérselo beber. Según Loretta, el líder vestía siempre una larga capa negra y un anillo de oro con forma de calavera.

El 3º, 4º y 5º sacrificios tuvieron lugar en la primavera del 85. Loretta tenía 11 años.

La directora ejecutiva del servicio de menores, Carol Stitt, declararía ante el Comité Franklin que el testimonio de Loretta era altamente creíble: «Una de las cosas que se debe de tener en cuenta, por horrible que sea al revisarlo, es que esta chica es muy específica sobre quién estuvo presente en estos homicidios, qué estaba pasando, fechas… Dio mucha información concreta y detallada y, al trabajar con niños, una de las formas de saber que esto no es una fantasía es precisamente por esos detalles que aportan».

 

Poco a poco, el detective Carmean entiende de que esto involucra a personas de tanto poder, que decide redactar todos sus informes a mano para no dejar pruebas en los ordenadores y evitar así que el jefe de policía, Robert Wadman, quien sospechaba que estaba involucrado, pudiera encubrirlo todo. A pesar de sus cuidados, Carmean fue retirado del caso de forma repentina, siendo trasladado de la unidad de delitos sexuales a investigación y planificación, una unidad inexistente hasta ese momento, y de la que Carmean era el único empleado.

Tanto Loretta, como empleados del hospital donde se encontraba interna, insistieron en que la niña aún tenía mucho que contar. Ningún otro policía apareció jamás por allí.

Aun así, Carmean no se rindió, y se plantó frente al Comité Franklin para dar testimonio de lo que Loretta le había contado, así como para defender la credibilidad de la pequeña.

Días después, el citado jefe de policía, Robert Wadman, juzgando como preocupante la forma de actuar del Carmean en la investigación de Larry King, solicitaba un examen psiquiátrico del detective al director del Departamento de Salud Pública de Omaha, Pitmon Foxall. Pitmon era primo de Larry King.

Mientras, Wadman daba una conferencia pública desechando todas las declaraciones de Loretta, informando de que las investigaciones habían llegado a “una carretera sin salida”.

 

Ese mismo año, Wadman y Larry King eran entrevistados por Frank Brown, en la cadena 7, quien les preguntó abiertamente si era cierto que, en una ocasión, Larry habría llamado a Wadman para ordenarle que desclasificara del almacén de pruebas una de las maletas incautadas durante una redada antidroga.

Ambos respondieron que sí, que era cierto. Ante la sorpresa del presentador de que Larry pudiera llamar tan a la ligera al jefe de policía para ordenarle algo así, éste añadió: “Diría que puedo hacerlo con cualquier persona de esta ciudad”.

Tiempo después, el senador Schmit y Decamp se reunirían con el director del FBI de Nebraska, Nick O’Hara para obtener información sobre Robert Wadman. O’Hara les espetó que era un muy buen amigo de Wadman, y que “cualquiera que se atreva a acusar a Robert Wadman de algún comportamiento inapropiado, debe tener claro que al acusar a Wadman también se enfrenta a Nick O’Hara y al FBI”

 

Por su parte, la citada directora ejecutiva del servicio de menores, Carol Stitt, tampoco se rindió, contactando a la gobernadora de Nebraska, Kay Orr, así como al fiscal general del estado designado por el ahora senador Kerrey, Robert Spire, insistiendo en que tenían ante sí una red de tráfico de menores que nadie estaba investigando, y que todas las acusaciones señalaban a Larry King. Ambos se comprometieron, y el fiscal Spire designa como responsable a uno de sus mejores ayudantes, Bill Howland.

En ese momento, Carol tiene ya entre sus manos los testimonios de 3 de los niños acogidos por el matrimonio Webb, el de Brenda, Loretta, 3 chicas del Uta Halee Girls Village (un centro de Omaha para niñas problemáticas), otro joven ingresado -al igual que Loretta- en un hospital psiquiátrico, 3 chicos de Boys Town, 3 chicos de Kansas City, y otra niña de 15 años ingresada en un psiquiátrico, que afirmaba haber presenciado el asesinato de un niño pequeño que había amenazado con contar los abusos que estaba sufriendo.

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Carol envió todo esto al ayudante del fiscal, Howland… pero, pasaron los meses, y nadie había hecho nada. Carol acudió a ver a Howland en persona para descubrir desolada que ni tan siquiera había echado un vistazo a los informes.

Intentó concertar una nueva cita con la gobernadora Orr, pero desde su oficina le dijeron que “no estaba dispuesta” a verla.

Tras esto, volvió a recurrir al ayudante del fiscal, quien en esta ocasión designó a Thomas Vlahoulis para que investigara lo que estaba ocurriendo… y una vez más, tampoco se hizo nada, como así consta en el testimonio del propio Vlahoulis frente al Comité Legislativo de Franklin Credit Union.

 

Entendiendo que el sistema jugaba en su contra, Carol comenzó a temer por la vida de Loretta, cuyo testimonio era el más peligroso, así que solicitó una orden de protección para la niña a la oficina del fiscal del condado de Douglas, a la que pertenece la ciudad de Omaha.

Cuando emitieron la orden, y sin prueba alguna, Carol se encontró que habían añadido que Loretta estaban desvariando, que había estado 2 semanas vagabundeando por las calles y que tenía pensamientos suicidas.
Esto no sólo podía deslegitimizar el testimonio de Loretta, sino que, de aparecer muerta, existiría un documento oficial que facilitaría la oportuna conclusión de un suicidio.

El propio Comité Franklin vio el peligro de esto, e inquirió a los distintos médicos que habían tratado a Loretta, y todos, absolutamente todos, dijeron que no manifestaba ninguna intención de suicidarse.

La orden había sido emitida por Liz Crnkovich, quien, según informaron al Comité distintos investigadores, sabía perfectamente de las declaraciones de Loretta, habiéndola interrogado anteriormente con tanta dureza que la niña había tenido que pedir ayuda.

Crnkovich es hoy jueza en Omaha, donde su tribunal es popularmente conocido como “la puerta al infierno”, al extremo de que el pueblo ha recopilado firmas para que la releven de su cargo.

Y, mientras Carol luchaba por proteger a Loretta, su cuidador, Mike Lewis, de 32 años, moría de una “fuerte reacción diabética”.

 

Por su parte, los principales medios de comunicación estatales guardaban silencio.

Tiempo después, acabarían eligiendo el bando de la élite, optando por publicar artículos atacando y vilipendiando a los niños.

Claro que esto se explica cuando descubres que el asesor del gobernador Kerrey, Bill Wright, era uno de los 3 miembros de la junta directiva del periódico Lincoln Journal-Star.

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O que el vicepresidente del Omaha World Herald era John Gottschalk, cuyas hijas, ambas menores de edad, tenían acciones en la empresa Prairie Life Center, propiedad del gobernador Kerrey.

Así mismo, su esposa, Carmen Gottschalk, trabajaba para el gobierno de Nebraska, en la Comisión de Igualdad de Oportunidades.

Por no hablar de que dos de los nombres que multitud de niños señalaban como sus agresores también eran empleados del Omaha World Herald: el periodista Peter Citron y el presidente, Harold Andersen.

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Estos periódicos, que defendían férreamente a todos los políticos, jueces, abogados, empresarios y periodistas que los niños acusaban, tachando abiertamente a las víctimas de drogadictos mentirosos, y a aquellos que investigaban de tergiversadores y traidores, pero no vieron noticia en el hecho de que las cadenas de restaurantes de Kerrey fueron imputadas con 116 cargos por explotación laboral infantil.

Los medios no fueron los únicos que jugaron sucio: En el descarado intento por limpiar la imagen de estos hombres otrora respetados, las víctimas se encontraron con gestos como el de 1989 de la Sociedad de Nebraska de Washington DC, quienes otorgaron el premio al Ciudadano más Distinguido del año al director ejecutivo del Omaha World Herald, Harold Andersen, y a su esposa, Marien, con carta testimonial del Presidente de los Estados Unidos, George W. Bush: “Estas dos personas excepcionales han dedicado innumerables horas al servicio de la ciudad de Omaha y del estado de Nebraska. A lo largo de la carrera de Harold Andersen en el Omaha World-Herald, ha hecho de ese excelente medio de comunicación un ejemplo de integridad periodística. Además, ha realizado incansables esfuerzos para mejorar la calidad de vida en su comunidad.”

 

Por su parte, el exsenador John Decamp, cansado de tanta manipulación mediática que incluso le había costado a él una investigación interna acerca de su bufé de abogados, explotó, publicando lo que se llamó el Memorando Decamp, siendo la primera figura oficial que daba testimonio de lo que estaba ocurriendo, citando sin miramientos a los principales sospechosos.

Muchos padres, al leer los nombres de estos, se dieron cuenta horrorizados de que sus hijos pasaban mucho tiempo con algunos de ellos y, tras hablar con sus pequeños, el periodista del Omaha World Herald, Peter Citron, se encontró con una pila de denuncias por agresión sexual infantil.

Al registrar su domicilio, las autoridades encontraron numerosos vídeos y fotografías de pornografía homosexual infantil. En el juicio, se descubrió que ya había sido acusado de abusar de un menor en 1965, en Nueva York, pero parece ser que los cargos habían sido retirados, y se mudó a Nebraska.

121

 

Fue condenado a de 3 a 8 años de prisión recibiendo tratamiento médico para lo que se consideró un desorden mental sexual. Dos años después, salía con la condicional.

En 1993, cuando Decamp y Bonacci trabajaban juntos para volver a denunciar a Larry King, tras solicitar al tribunal del condado de Douglas acceso al material confiscado en el domicilio de Peter Citron, la corte les concedió una autorización para revisar el 1% del mismo. Después ordenó la destrucción de absolutamente todo el material.

A la par, la autorización era exclusiva para Decamp, no permitiéndose el acceso a Paul Bonacci, algo muy frustrante dado que Bonacci era el único que podía reconocer a los niños que se veían tanto en los vídeos como en las fotografías.

 

Otras dos investigaciones acontecieron paralelamente a la investigación iniciada por el Comité Legislativo Franklin del senado.

Por un lado, la Asociación Nacional de Capital de Riesgo inició sus propias pesquisas alrededor del aspecto financiero de la Franklin Credit Union, contratando para ello a Robert Kirchner y John Queen, que os recuerdo, habían trabajado anteriormente para el gobernador Kerrey, supervisando la liquidación de la Commonwealth, y quienes a su vez volvieron a contratar a Kent Johnson, que en su momento había sido acusado por los federales de robar más de un millón de dólares de la Commonwealth, estando la firma de Queen en todos los cheques.

Johnson había trabajado anteriormente en otra empresa propiedad de Queen en Omaha, el Phoenix Sign Corp. Esta empresa nació cuando Queen compró los restos de una compañía en bancarrota donde tanto él como Larry King tenían acciones.

 

Y por el otro, la esperada intervención del FBI, quienes arrasaron con todo el contenido de la Franklin Credit Union, así como entrevistaron a varios de los menores que alegaban haber sido víctimas de abusos y tráfico. De hecho, empleados de la Franlin Credit Union, declararon que los federales les habían interrogado acerca de pornografía infantil y tráfico de drogas en el mismo momento en el que desalojaron la entidad. Lo cual confirmaba lo que algunos medios habían revelado: que el FBI llevaba al menos un año investigando la Franklin Credit Union.

Cierre por FBI de FCU

 

Sin embargo, los federales no interrogaron a una sola de las personas que nombraban los niños. Y eso a pesar de que algunas de las víctimas aportaban fotografías de estos adultos sodomizando a otros menores y a ellos mismos. Fotografías que les fueron devueltas a trozos, faltando los pedazos donde aparecían los adultos.

Lo que sí hicieron los agentes del FBI Michael Mott y William Culver fue amenazar e intimidar a las víctimas cuyos testimonios eran los más graves y detallados: Troy Boner, Alisha Owens, Danny King y Paul Bonacci, colaborando en todo esto los abogados de oficio que se habían asignado a los niños, como Pam Vuchetich, abogada de Alisha, o Marc Delman, abogado de Troy.

Según una declaración jurada de Troy, los federales Mott y Culver le dejaron claro que “sólo les interesaba desmentir todo lo que les había dicho”… “Si admites que mientes, te dejaremos en paz, pero si insistes en seguir con la historia que le contaste a Caradori, te meteremos en la cárcel durante mucho, mucho tiempo. Lo que dijiste a Caradori puede suponerte 20 años de prisión por cada una de las distintas acusaciones de perjurio.”

Desamparados y asustados, Danny King y Troy Boner testificaron ante el Gran Jurado que las declaraciones que habían realizado al detective Caradori eran falsas. A lo que el jurado concluyó que las alegaciones de una supuesta red de tráfico y explotación sexual infantil no eran más que “un engaño cuidadosamente orquestado”. Al día siguiente, todos los medios abrieron titulares con esa frase.

Los únicos arrestos que se produjeron por parte de los federales estuvieron únicamente relacionados con el fraude únicamente, firmando las órdenes el magistrado Richard Kopf.

Por el camino, Kathleen Sorenson, la mujer que se había hecho cargo de las niñas Webb, Nelly y Kimberly, muere al ser embestida de forma intencionada por otro vehículo. Tras investigar lo ocurrido, el que fuera director de la división del FBI en Los Ángeles, Ted Gunderson, describió la forma en la que se desarrolló el incidente como un contrato satánico. La conductora del otro vehículo era Tina Townsend, de 18 años. El juez que llevó el caso la condenó a 18 meses en libertad condicional durante los cuales debía asistir a terapia para tratarse de las consecuencias psicológicas de haber sido víctima de abusos sexuales en la infancia.

Un año después, Gary Townsend, hermano de Tina, era condenado en Los Ángeles por haber robado un coche. Junto a él se encontraban dos menores que habían desaparecido en Nebraska. Le acompañaba un joven de 24 años, llamado Kent Hartung, que sería condenado por posesión de drogas.

 

Mientras tanto, el detective Caradori continuaba recopilando nombres y testimonios, cuando por fin visualizó algo de esperanza: había localizado en Chicago a Rusty Nelson, el fotógrafo al que multitud de víctimas señalaban, y estaba dispuesto a colaborar. Rusty le confesó por teléfono que Larry King le “contrató para hacer fotos comprometidas de adultos con niños”. Prometió que le entregaría todo el material que tenía tanto fotográfico como de vídeo, donde, aseveraba, vería a todos aquellos hombres que los niños acusaban, abusando de ellos. También decía tener grabaciones de audio, documentos, emails, libros de contabilidad y discos duros que habría estado robando a Larry King para protegerse en caso de necesitarlo.

El 7 de julio de 1990, Gary Caradori y su hijo de 8 años, A. J., vuelan con dirección a Chicago, pilotando el propio Gary. Su plan era encontrarse con Nelson en un sitio público, coger el material, y llevar a su hijo a ver un partido de beisbol.

Tras encontrarse con Nelson, Caradori llamó al senador Schmit: “¡Los tenemos! ¡Es imposible que escapen de esto!”.

El 11 de julio, mientras volaba de regreso con su hijo, según el testimonio de un agricultor, la avioneta explota en el aire y se precipita contra el suelo. Padre e hijo habían muerto. En lugar de personal civil, fue el ejército junto con el FBI quienes manejaron todo lo relacionado con el accidente. En la versión oficial, no figura entre los restos ni el maletín ni el dossier que supuestamente Rusty había entregado a Caradori. Las pruebas que habrían hecho que todos los culpables pagaran sus crímenes, desaparecieron.

Garo Caradori accidente avion

 

Rusty Nelson decidió entonces testificar ante el Comité Franklin aseverando haber entregado todo el material que tenía a Gary Caradori. Solamente en fotos, Rusty hablaba de 108.000 diapositivas, y entre 20 y 30.000 impresas o en negativo. Además, dijo haber sido testigo de Larry King telefoneando directamente a Ronald Reagan para que le ayudara en toda la investigación que se le venía encima.

A los dos días de la tragedia, el agente federal Michael Mott se presentaba en la oficina de Caradori con una orden para confiscar todo su material, entregando una orden a la viuda para que entregara todo lo que tuviera. La señora Caradori aún no había recibido los cuerpos de su marido y su hijo.

Y, una semana después, es el exsenador John Decamp quien recibe un aviso para que tenga cuidado. Robert Prokop, decano de la Universidad de Nebraska, médico forense y candidato a gobernador por el Partido Demócrata, le advierte: “Aunque no nos conocemos, tengo la obligación moral de decirte que cuando estuve con la policía anoche, uno de los informantes de más confianza con el que hablamos nos advirtió de que tú, John DeCamp, debías haber sido «primero en caer», en lugar de Gary Caradori. En otras palabras, Sr. DeCamp, se suponía que usted debía ser eliminado primero y luego Gary Caradori si fuera necesario. Ahora que Caradori ha sido asesinado, me preocupaba que tal vez sigan adelante con el siguiente, es decir, usted».

 

Abrumado por la culpa tras escuchar la noticia de la oportuna muerte de Caradori, Troy Boner contactó a la viuda para prometerle que iría a hablar nuevamente con el Comité Franklin y les contaría la verdad: que se había retractado por miedo a los federales, pero que Caradori no mentía y que estaba seguro de que había sido asesinado.

De nuevo, el federal Michael Mott entró en escena para amenazarlo. Troy intentó encararlo diciéndole que ya no le tenía miedo, que no podían hacerle nada con toda la atención mediática que había a su alrededor. Mott le espetó que no irían a por él, sino a por su familia.

El 15 de enero del 91, Shawn Boner, hermano pequeño de Troy (20), aparecía muerto de un tiro en la cabeza. Las autoridades dijeron que había estado jugando a la ruleta rusa.

Días antes, el 9 de enero del 91, con el cambio de senado (mayoría antes y después demócrata), el comité legislativo Franklin de investigación es disuelto, y la investigación se da por finalizada ante la impotencia del senador Schmit y del ahora abogado John Decamp.

Por el camino, se levantaban cargos contra dos de las víctimas, Alisha Owens y Paul Bonacci, acusándoles de perjurio tras negarse a retractarse de sus declaraciones.

El hermano de Alisha, Aaron Owens, había sido detenido por cargos menores un poco antes de que Alisha tuviera que testificar. El día que Alisha se plantó ante el Gran Jurado para recalcarse en su testimonio, Aaron apareció muerto en la celda de la comisaría. Supuestamente, se había ahorcado con las sábanas del camastro. Sin embargo, la puerta de la celda estaba abierta, y los expertos que analizaron la nota de suicidio que encontraron, afirman que no era su letra.

Otros 76 niños habían denunciado ser víctimas de esta red, de estos hombres… tras las muertes de la madre de acogida de las hermanas Webb, el hermano de Troy, el hermano de Alisha, y el detective que les había tomado declaración a todos ellos, Gary Caradori, los 76 retiraron sus denuncias.

alisha paul troy

 

Desesperado y enfurecido, Troy Boner hace una declaración jurada donde explica toda la trama alrededor de que se hubiera retractado, diciendo que sabía que ahora dirían que no tenía credibilidad porque ya había mentido antes, que no era más que un drogadicto y un pervertido sexual: “Sí, nosotros, los niños, desde muy temprana edad vendimos nuestros cuerpos. Nos enganchamos a drogas. Obtuvimos muchísimo dinero de esta gente. Y por eso hoy nuestras vidas están destrozadas. Porque fueron ellos los que nos convirtieron en pervertidos sexuales y drogadictos.

A mí concretamente, me enganchó a la droga Alan Baer. Fue el primero en inyectarme heroína en las venas, al igual que hizo con muchos otros chicos. Fue el primero en inyectarme “speed ball” (una mezcla de heroína y cocaína). Fue él quien hizo de mí un drogadicto hasta el punto de que tuvo control total sobre mi persona, usándome para traficar con drogas, con sexo o con lo que quisiera. Claro, por supuesto que me pagó bien, pero me destruyó por el camino.”

“La verdad seguirá siendo la verdad. Da igual que tú escojas creer a unos niños de la calle o a los miembros más ricos y poderosos de Omaha.”

 

El hombre a quien acusa Troy, Alan Baer, era un millonario propietario del centro comercial Brandeis. Su padre había colaborado en la construcción del orfanato Boys Town, desde donde multitud de niños le acusaban ahora de explotarlos sexualmente. Además, era ejecutivo de la junta directiva del Club de Chicos del Norte de Omaha. Cargo que siguió ocupando después de entra en prisión por prostituir y solicitar servicios de prostitución de menores.

Por parte de Alan Baer, los niños alegan que su secretaria, Claire Howard, su esposa, Marcia, y su hijo Ted, también estaban involucrados en los abusos.

Otros nombres serían el ya mencionado jefe de policía, Robert Wadman; el alcalde republicano P. J. Morgan; el profesor de instituto Michael Heveron; el juez Theodore Carlson; el productor Ron Gilbert; el superintendente de instituto Deward Finch; el asistente del fiscal de Douglas County, Tom McKinney; el senador demócrata Eugene Mahoney; el congresista demócrata por Massachusetts, Barney Frank; el doctor McCabe, quien además redactaba justificantes escolares para cuando los niños no asistían a clase por estar siendo traficados a otros estados, y así continúa una lista de al menos 60 adultos, entre hombres y mujeres, abusando y traficando activamente con los pequeños.

Luego tenemos a los que no les agredían sexualmente, pero sí les explotaban o eran cómplices directos como los fotógrafos Rusty Nelson y Andrew Baran, responsables de fotografiar y grabar en vídeo muchos de los encuentros, para luego producir películas de pornografía infantil; la supervisora del servicio de menores, Florence Davis, y el encargado de organizar traslados de niños en acogida, Lloyd Linquist. Juntos, se encargaban de desplazar a los niños más vulnerables hacia centros de menores y hogares de acogida involucrados en esta red; uno de esos hogares era el del expolicía Charles Payne, quien, tras jubilarse, montó su propio orfanato, desde donde proporcionaba niños para explotar.

En esta lista, uno de los nombres más llamativos lo encontramos a través de Susie, quien trabajó como voluntaria en los inicios de la Franklin Credit Union. El apellido de Susie: Buffett.

Berkshire Hathaway Inc. Annual General Meeting

 

Warren Buffett era el dueño del periódico Omaha World Herald, teniendo una relación tan estrecha con Larry King, que toda Omaha sabía que Larry y Alice celebraron su décimo aniversario en la casa de éste, así como Larry organizó la fiesta de recaudación de fondos para Howard, el hijo de Warren, cuando se presentó al cargo de Comisionado del condado de Douglas.

Tiempo después, Warren se separaba de Susie para casarse con su durante años amante, Astrid Menks, amiga de Susie y ex empleada del French Café.

El restaurante French Café era propiedad de Anthony Abbott y Michael Harrison. Allí se organizaban fiestas sexuales a puerta cerrada que incluían a adultos y menores; menores que muchas veces proveía la encargada del local, Shelia McGuire (alias Calder).

El detective Gary Caradori logró localizar a Shelia quien le dijo: “Los directivos alrededor del caso Omaha se están cagando en los pantalones. Si este caso revienta, los nombres que van a salir los va a reconocer todo el mundo. King y sus socios han destrozado la vida de muchísimos niños”.

Siguiendo con la lista de locales de restauración, mencionaré algunos ejemplos más como el E. J.’s Continental Café, Cleopatra’s Restaurant, Akasaka Restaurant, Café Carnival, el Max Bar, local en el que según los pederastas había “muchos pollos”; lo mismo que pasaba con el Diamond, a cuya planta superior llamaban “la pollería” (chicken house – chicken = children).

Igual os estáis preguntando el porqué de la palabra “pollo” en todo esto.

Numerosas detenciones de pederastas online han sido posibles gracias a la identificación de ciertas palabras que estos pervertidos usarían a modo de clave para comunicarse, contando únicamente la inicial.

Por ejemplo, en octubre de 2017, el policía de prisiones Stephen Salamak, era acusado de tenencia de pornografía infantil en Nueva Jersey. Según afirmó la fiscalía, comenzaron a seguirle la pista tras encontrarlo en una página de anuncios clasificados donde buscaba mujeres o madres “a las que les fuera la pizza de queso”, lo cual, según las autoridades, es una referencia a pornografía infantil.

Lo explico: en inglés se dice “cheese pizza”. Las iniciales C P hacen referencia a Child Porn, pornografía infantil.

En junio de 2019, Peter Bright, uno de los más destacados periodistas de tecnología estadounidense, era detenido en Nueva York, acusado de intentar concertar una cita por internet para mantener relaciones sexuales con una niña de 7 años y un niño de 9. La conversación creía mantenerla con la madre de los pequeños, quien en realidad era un agente encubierto, a quien además le confesó haber acosado a una niña de 11 años. De su conversación, el agente interpretó que cuando Peter usaba la palabra “serpiente” se refería al pene, y “flor” refería a la vagina.
Por cierto, el nombre de usuario de Peter en Twitter era Dr Pizza.

Así, en el caso de la red de Franklin, usaban la palabra “pollo”, que en inglés es “chicken”, y comienza con la letra “c” de “child”, niño.

 

Tras esta aclaración: otro de los locales involucrados en el caso Franklin era The Run Bar, un local gay que en 1999 fue condenado por la decoración obscena de las paredes del sótano, señalando que 3 de los cuadros mostraban -cito la sentencia- “actos de sodomía, penetración anal y contacto físico prolongado con los genitales desnudos de una persona… fluido seminal eyaculado y otros actos sexuales que constituyen una forma de pornografía violenta”.

Bares

 

Estos niños habrían sido traficados desde Nebraska a California, Iowa, Kansas, Washington D.C., Arizona, Texas, Oklahoma, Florida, Minnesota, Misuri y Colorado. Algunos a Europa y Canadá.

Algunos eran transportados para fiestas puntuales o solicitudes específicas, como cuando, en marzo de 1984, Larry King llevó a Alisha Owen, Danny King y Troy Boner a California, donde, según el testimonio de ella, es abusada durante 6 horas por un hombre que la obliga a practicar sexo anal y oral, golpeándola y lanzándola contra el suelo repetidas veces, amenazándola con cortarle los pezones con un cuchillo.

En este viaje también los acompañó uno de los dueños del French Cafe, además de dos niños pequeños que Troy Boner asegura que fueron vendidos. Y es que esa era la otra razón para trasladar niños a otros estados: su venta.

Otro ejemplo, podrían ser los eventos nacionales oficiales del Partido Republicano. Varias de las víctimas dieron testimonio de haber sido trasladadas hasta dichos eventos para fiestas privadas en las que eran explotadas sexualmente. Paul Bonacci, por ejemplo, daba tantos detalles sobre el evento de 1984, en Dallas, que los propios senadores republicanos del Comité Franklin estaban anonadados. Primero porque ellos habían asistido, por lo que podían confirmar que todo lo que hablaba Paul era cierto. Y segundo, porque esta explotación sexual infantil había ocurrido ante sus propias narices.

La relación entre Larry King, políticos de alto rango y los abusos a menores también estaba bien instaurada en Washington DC, donde King tenía una propiedad en la avenida de las embajadas, famosa por sus fiestas para políticos nacionales e internacionales. Según Paul, los niños permanecían drogados en el sótano hasta que se marchaban de la fiesta determinados políticos, quedando sólo los que sabían lo que venía después.

De hecho, la influencia de King llegaba hasta la mismísima Casa Blanca de la mano de Craig Spence, un lobista registrado en el Departamento de los Estados Unidos, quien tenía tantos contactos que bajo las administraciones de Reagan y Bush se permitía dar tours nocturnos a sus clientes por la Casa Blanca.

Washington Times Reagan Bush

 

El Washington Times, habla de esto en su artículo: “Investigación sobre prostitución homosexual señala a personas muy importantes del entorno de Reagan y Bush”; nombra hasta 4 ocasiones en las que Spence habría entrado acompañado en la Casa Blanca de noche, señalando incluso que en una de ellas entró con un niño de 15 años registrando la entrada como su hijo. Otro ejemplo, sería la noche del 3 de julio, a la 1 de la madrugada, cuando Spence entró con 5 personas entre los cuales se incluían -según los calificó el periódico- 2 prostitutos varones que, en realidad, no eran prostitutos sino víctimas de la explotación sexual infantil. Paul Bonacci era uno de ellos.

El periódico nombraba a clientes como Paul R. Balach, enlace político personal con la Casa Blanca de la secretaria de trabajo Elizabeth Dole; Todd A Blodgett, encargado de preparar el sumario de noticias diarias para el presidente Reagan; Stanley Mark Tapscott, quien trabajó para la Oficina de Gestión de Personal en la administración Reagan, y después fue asistente de editor justo en el medio que lo denunciaba, The Washington Times; y Charles K. Dutcher, exdirector adjunto del personal presidencial para la administración Reagan. Dutcher había sido asistente del Congreso para el republicano Robert Bauman, quien dimitió luego de admitir haber tenido relaciones sexuales con adolescentes.

Al finalizar el artículo, el medio acaba por hacerse eco de que la investigación que se estaba llevando a cabo también abarcaba el secuestro y tráfico de menores entre estados para prostitución y perversión sexual de los mismos.

Cuatro meses después, Craig Spence, el socio de Larry King al cargo de cubrir las “depravadas necesidades” de D. C., se suicidaba en una habitación de hotel en Boston.

Antes de morir, habló con varios periodistas a quien les aseguró que, de testificar, proporcionaría una gran cantidad de información devastadora acerca del funcionamiento del tráfico de niños, sobornos de funcionarios japoneses y estadounidenses, y otros sórdidos asuntos.

Según Spence, entre los altos cargos que le permitían esos tours nocturnos por la Casa Blanca bajo la administración Reagan, se encontraba Donald Gregg, el que fuera Consejero de Seguridad Nacional del vicepresidente George H W Bush, bajo cuyas órdenes había trabajado previamente como agente de la CIA en Japón, siendo Bush director de la agencia.

Spence decía que el fiscal general y los federales estaban investigando todo esto precisamente en relación a la CIA, para quien afirmaba trabajar, y quienes serían el verdadero cerebro tras todos estos crímenes, habiendo orquestado todo para tener pruebas foto y videográficas comprometidoras de federales, diplomáticos extranjeros, altos cargos militares, políticos…

En la cama, junto a su cuerpo inerte, la policía informó haber encontrado un recorte de periódico que hablaba sobre los esfuerzos del director de la CIA, William Casey, para que se creara una legislación que protegiera a sus agentes en caso de tener que testificar ante cuerpos gubernamentales.

Citando las palabras de Spence: «Siendo sincero, todas estas cosas que has descubierto (que involucran prostitutos, sobornos y las visitas a la Casa Blanca) son insignificantes en comparación con otras cosas que he hecho. Pero no voy a contarte esas cosas: sea como sea, el mundo continuará girando».

 

Alisha Owen fue violada y explotada desde los 14 hasta los 17. Paul Bonacci desde los 8 hasta los 19 años.

Por dar los nombres de quienes les agredieron sexualmente y les vendieron por todo Estados Unidos. Por dar los nombres de los traficantes de drogas que trabajaban para quienes les vendían y abusaban. Por nombrar a otras víctimas que podía ser que aún estuvieran siendo explotadas. Por dar pistas sobre el paradero de niños desaparecidos en otros estados, cuyos padres continúan buscándolos a día de hoy.

Alisha y Paul fueron incriminados, y Alisha sentenciada a un máximo de 27 años de prisión, siendo declarada culpable de perjurio por un jurado que le acusó de formar parte de un “engaño cuidadosamente orquestado”.

Alisha owens detenida

 

¿Recordáis a Richard Kopf, quien oportunamente ejerciera de fiscal asesor del estado en el juicio contra Paul Douglas, en la operación de embargo que resultó con el gobierno de Kerrey apropiándose del banco Commonwealth?

Cuando toda la investigación de la Franklin Credit Union dio comienzo, Kopf se encontraba ejerciendo como magistrado del país, estableciendo, el 7 de febrero de 1990, que Larry King era mentalmente incompetente para afrontar el largo juicio que se le venía encima, ordenando su conveniente ingreso en un centro médico en Misuri. Esto no se hizo tanto para proteger a Larry King como al presidente George H W Bush, pues siendo viejos amigos, King se disponía a acudir a un evento de recaudación de fondos organizado por la citada gobernadora Orr en honor a Bush, y se consideró que no era el mejor momento para que los vieran juntos.

Ese mismo año, Richard Kopf presidiría el gran jurado federal que procesó y condenó a Alisha Owens, quien pasó 4 años y medio en prisión. Es decir, Alisha pasó dos años y medio más en prisión por supuestamente “mentir” que Peter Citron por agredir sexualmente a menores, quien recordemos cumplió sólo 2 años. Además, Alisha cumplió casi toda su condena confinada en aislamiento… con la carga psicológica que ello implica.

Alisha, explotada sexualmente durante años, describiría su experiencia ante el gran jurado como los peores 3 días de su vida, desde el momento en el que a las 5 de la mañana unos agentes aparecieron en su casa exigiéndole que los acompañara, pasando porque la metieron en lo que ella describe como algo que se asemejaba más a una jaula que a una celda, dejándola allí durante horas sin darle ninguna explicación hasta que entró en la sala del tribunal. Durante 3 días, despreciaron su testimonio y a ella misma, la señalaron con el dedo mientras le llamaban mentirosa y le gritaban que confesara. Perjurio, perjurio, perjurio… repetían todo el tiempo. El mayor acoso vino por parte del asistente del fiscal, Thomas Thalken.

Thalken estaba en la lista de posibles pederastas del fallecido detective Gary Caradori.

 

Contra Paul Bonacci, como predijo su abogado Decamp, retiraron todos los cargos. El testimonio de Paul era muchísimo más grave que el de Alisha. No querían que pudiera testificar ante los medios, dando nombres y detalles sobre los secuestros, abusos y asesinatos de niños que había presenciado. Ni sobre su relación con programas llevados a cabo en bases militares del ejército de los Estados Unidos.

Paul padeció tortura psicológica y manipulación mental, fue usado como esclavo sexual, como traficante de drogas, como secuestrador, desarrollando un trastorno de personalidad múltiple, conocido hoy como trastorno de identidad disociativo, en su caso además, polifragmentado con al menos 121 identidades distintas a la suya. Esto sólo ocurre cuando en la infancia se produce un trauma continuo que suele ser de extremo sadismo, abuso organizado o abuso de ritual: uno de sus alters era él de pequeño, antes de que el infierno empezara; otra era una niña a la que sí habían agredido; uno de sus alters desarrolló la capacidad de hablar y escribir en alemán por haber sido explotado sexualmente en Alemania; otro era lo que le habían enseñado a ser: un pederasta homosexual. En 1989, fue condenado a entre 3 y 5 años de cárcel por solicitar sexo con un menor. Pasados los 3 años, solicitó la condicional y le fue denegada.

Acusado del mismo delito, el millonario Alan Baer sólo fue condenado a pagar 500 dólares de multa.

En esos años de cárcel, Bonacci sufrió múltiples palizas, se le negaron mantas en invierno, intentaron forzarle a comer alimentos a los que era alérgico, lo trasladaron a prisiones donde había amigos de King, no se le proporcionó tratamiento ni asistencia profesional especializada para su trastorno de personalidad…

Y la ironía de todo esto es que ambos jurados, tanto el local como el federal, concluyeron que los abusos habían tenido lugar, pero consideraron que, en general, los adultos conocidos, admirados y respetados a los que los niños señalaban no podían ser los responsables de dichas atrocidades.

Citando la conclusión del Gran Jurado mientras Larry King era juzgado por delitos financieros: «también encontramos probable el creer que King en numerosas ocasiones usó dinero o artículos de valor para ‘atraer, seducir, persuadir, alentar o conseguir’ hombres en su adolescencia tardía para participar en actos de prostitución con él, y, por lo tanto, cometió el delito de proxenetismo… nuestra decisión final fue que acusar y juzgar a King de un delito grave, de clase IV según la ley estatal, cuando se enfrenta a 40 delitos graves en un tribunal federal, no serían el mejor uso de los recursos del Tribunal de Distrito del Condado de Douglas».

En aquel juicio, el jurado levantó cargos contra 4 personas: el multimillonario Alan Baer, a quien los niños acusaban de dirigir una red nacional de tráfico de drogas, pero que fue acusado de prostituir y solicitar servicios de prostitución de menores aunque, como aceptó declararse culpable de ofensas menores para evitar un jurado popular y la atención de los medios, sólo se le impuso una multa de 500 dólares; Peter Citron, al que dejaron ir sin más porque consideraron que ya había tenido suficiente con la condena tras las denuncias de multitud de padres; y dos de las víctimas: Paul Bonacci y Alisha Owens.

Una vez más, citando al jurado: «creemos que Owen podría haber sido abusada sexualmente durante su preadolescencia, pero no por la gente y en la forma en que ella lo alega. Ahora analizaremos esto viéndola a ella como la criminal»; sobre Paul: «Según su testimonio, fue un niño víctima de abuso sexual continuo, pero por personas no relacionadas con la investigación de Franklin. Bonacci fue quizás el testigo más patético en aparecer durante todo el proceso. . .. Se le ha diagnosticado que tiene múltiples personalidades, y su psiquiatra duda que pueda decir la verdad. Sus muchas inconsistencias y contradicciones hacen que la historia sea increíble y es necesario acusarle por perjurio.”

paul bonacci

 

Llegaron a dar a entender que la culpa había sido de los niños con frases como: “los niños tienen derecho a contar con que, si se comportan adecuadamente, no serán víctimas de abusos”.

El pueblo de Nebraska montó en cólera. Todo el mundo podía ver el sin sentido de lo que estaba ocurriendo. Las encuestas mostraban que el 90% de la población creía que estaba habiendo un encubrimiento oficial. La teoría del Gran Jurado de un engaño perfectamente orquestado resultaba inverosímil, teniendo en cuenta el número de niños que a lo largo de una década habían denunciado a las mismas personas por los mismos delitos, aportando fotografías, recibos de compras, resguardos de vuelos, testimonios de pilotos y demás.

Según el gran jurado, todo esto lo habría orquestado el detective Gary Caradori, quien oportunamente consiguió encargarse de la investigación final del caso.

Estaban convirtiendo a las víctimas en criminales, acusando a Alisha y a Paul de perjurio por su testimonio ante el Gran Jurado, aunque no levantaron cargos contra Danny King y Troy Boner cuando ellos se retractaron de su declaración inicial ante el mismo jurado. ¿Acaso no habían cometido perjurio en su primera declaración si se habían terminado retractando?

El Gran Jurado ni siquiera estaba llamando a declarar a las personas señaladas, como en el caso de Paul Bonacci, cuyo psiquiatra, el doctor Beverly Mead, jamás declaró ante ellos, como sí lo hizo ante el Comité Franklin, a quienes aseveró estar seguro de que Paul no mentía.

Es más, si, según el jurado, es el trastorno múltiple de Paul lo que le impide decir la verdad, ¿estás acusando de mentir a una persona cuya enfermedad le haría incapaz de decir la verdad? De hecho, el dictamen que sí se tenía como prueba era el de la psiquiatra especializada en personalidad múltiple Judianne Densen-Gerber, que dio testimonio de que desarrollar múltiples personalidades era común en niños que habían sido víctimas no sólo de abusos sexuales, sino que habían sido forzados a ser partícipes de asesinatos, canibalismo o mutilación de otros niños. Exponiendo además lo innecesario de mentir cuando simplemente puede evadirse en otra de sus personalidades que no guardan recuerdos de lo ocurrido.

La mayoría de medios de comunicación, por su parte, comenzaron a atacar al pueblo. Publicaban reportajes vanagloriando la actuación del Jurado, despedazando a los niños que habían sido incriminados, y hablando de vergüenza ajena ante un pueblo que no respetaba la justicia. Algunos llegaron a dedicar artículos enteros a desprestigiar a periodistas que sí denunciaban lo que estaba ocurriendo.

Finalmente, medios de otros países comenzaron a hacerse eco del caso, atrayendo la atención de la Comisión de Estudio de Ciudadanos para Investigar las Violaciones de los Derechos Humanos internacional. Nueve miembros se desplazaron a Nebraska durante una semana, concluyendo que lo que se había hecho contra Paul Bonacci sólo podía calificarse de “tortura y asesinato en curso”, y denunciando la necesidad de una actuación internacional ante lo que consideraron sistemáticas violaciones de los derechos humanos” para con las víctimas.

Algunos de los comisionados quedaron tan horrorizados por los testimonios de las víctimas que se trasladaron a Nebraska indefinidamente para luchar porque se hiciera justicia desde allí. Uno de ellos sería el gran amigo de Martin Luther King, el reverendo James Bevel.

Reverendo Hames Bevel

 

Tras esto, 150 defensores de los derechos civiles de todo Estados Unidos firmaron lo que se llamó la “Carta a los Ciudadanos de Nebraska”, mostrando su apoyo al Comité Internacional, y uniéndose al llamado para una actuación internacional.

Entonces, cientos de ciudadanos se unieron y comenzaron a ir ciudad por ciudad organizando mítines y manifestaciones, exponiendo las irregularidades de los juicios, apoyando a las víctimas, y hablando claramente de que los rituales satánicos eran un hecho con el que había que acabar.

Poco a poco, todo cayó en el olvido…

 

En 1992, el director del orfanato Boys Town, monseñor Robert Hupp, concertó una reunión con John Decamp donde, frente a dos testigos, le confesó que sabían perfectamente lo que ocurría con los niños y Larry King, pero que sus superiores habían decidido no actuar para no dañar la reputación de la iglesia. Desde ese momento, monseñor Hupp trabajó codo con codo con Decamp, intentando hacer justicia, lo cual le costó ser relevado de su cargo en Boys Town.

A principios del 2000, Troy Boner amplió su declaración con respecto a todo lo ocurrido para el libro que el otrora senador Decamp decidiera reeditar, “El Encubrimiento de Franklin”.

Una tarde de finales de 2003, Troy Boner entró corriendo y gritando en un hospital de Nuevo México: “Vienen a por mí; vienen a por mí por este libro”, llevando el libro de Decamp en las manos.

Lo sedaron y lo trasladaron a una habitación para tenerlo en observación. A la mañana siguiente las enfermeras lo encontraron sentado en una silla, sangrando por la boca, muerto. La autopsia oficial concluyó que se trató de una sobredosis por drogas.

Troy boner 2

 

El 5 de febrero de 1999, el juez Urbom condenó a Larry King a indemnizar a Paul con 1 millón de dólares por –citando al juez: «El acusado King sometió al demandante de forma continua a repetidas agresiones sexuales, detenciones ilegales, infligiéndole una angustia emocional extrema, organizó y dirigió rituales satánicos, obligó al demandante a «buscar» niños para introducirlos en su red de abuso sexual y pornografía infantil, forzó al demandante a participar en numerosas orgías masoquistas con otros menores».

El otrora millonario King se encontraba en bancarrota en ese momento, así que jamás se hizo cargo del pago.

Larry King cumplió 10 años de cárcel únicamente por las irregularidades financieras de la Franklin Credit Union. Una vez más podríamos comparar la condena de Alisha por perjurio a un máximo de 27 años versus la de Larry King por robar 40 millones de dólares a un máximo de 15 años: 12 años menos que su víctima.

Al salir de prisión, King se convirtió en director ejecutivo del periódico Omaha World-Herald y se unió a las juntas directivas de multitud de ONG como Opera Nova, intentando atraer a los jóvenes a la música clásica además de que: “El señor King está muy preocupado porque nuestros jóvenes cantantes de ópera tengan la oportunidad de dar un paso más en sus carreras… el área de Washington D.C. atrae a muchos de estos jóvenes aspirantes. Por esta razón Larry asumió una responsabilidad en Opera Nova, y está ansioso y encantado de hacer que Opera Nova suponga una auténtica oportunidad cuando estos jóvenes cantantes lleguen”.

Opera Nova organiza actuaciones para niños a partir de 4 años.

 

En 1983, el congresista republicano Dan Crane fue acusado de haber tenido relaciones sexuales con jóvenes menores de edad que se encontraban trabajando en el Congreso de los Estados Unidos bajo un programa especial. Crane declaró: “Si se requiriera la dimisión de todos los congresistas que se acuestan con menores de edad, no tendríamos Congreso”.

 

“El FBI tiene un recuento exacto de la cantidad de automóviles robados cada año. Conoce la cantidad de homicidios, violaciones y robos, pero no tiene idea de la cantidad de niños que desaparecen cada año. Simplemente no piden las estadísticas. Todos los meses, los principales departamentos de policía de los Estados Unidos entregan sus estadísticas de delitos completas al FBI. Para los federales sería muy sencillo agregar una columna más a las estadísticas y obtener un desglose de cada caso reportado de niños desaparecidos, por no hablar de los niños que son secuestrados con fines rituales y, en algunos casos, asesinados. Estoy convencido de que el FBI no pide estas estadísticas porque no quieren verlas. Se enfrentarían a una protesta automática del pueblo exigiendo que actúen, porque las cifras mostrarían que se trata de un problema social muy grave».

Ted Gunderson, exdirector del cuartel general del FBI de Los Ángeles y Washington D.C. 1990.

 

En la actualidad, el FBI adjunta en su página web los casos de personas desaparecidas a través del Centro de Información Nacional del Crimen.

 

“En Estados Unidos no encontramos víctimas porque no las estamos buscando”,

Laura Lederer, asesora jefe del departamento de estado para el tráfico de personas.

 

Primera parte de este texto en vídeo documental:

 

Segunda parte: